lunes, 7 de abril de 2014

Me chupa un huevo.

Hoy me levanté con una extraña sensación de tristeza, la cual no sabía por qué era. Sin embargo, me reí más que nunca, todo me causaba gracia sin motivo alguno. Me apronté como todos los días, más dormida que despierta. Sin haber desayunado, llamé al ascensor y me fui directo a la parada. Me subí al 144, como todos los días.  "Céntrico", le dije al chófer, "gracias", y me senté. Y sí, ya me acostumbré a que siempre me toquen conductores malhumorados, que ni siquiera contestan un simple agradecimiento. Fui todo el viaje escuchando música, apartada de este mundo. Me bajé, caminé, y llegué al liceo. Subí las escaleras, me senté en mi lugar y saqué los deberes de química que no había terminado. ¿Masa en función de volumen? ¿Para qué me servirá saber cómo se hace una gráfica? No sé, pero es mi obligación y lo hice. El día fue como cualquier otro. Les dije a mis amigas que estaba triste, aunque me reía por eso. Extrañé a mi novio todo el día, tenía ganas de abrazarlo, más que nunca. Al fin llegó la hora de irme. Igualmente, no sé por qué me puse contenta, si cuando llegara a casa tenía que seguir haciendo cosas para el liceo, como una esclava. Salgo de clase, y sigo metida en clase, llega el fin de semana y la tarea me consume. ¿De verdad quiero esto para mi vida? ¿Las obligaciones van más allá de la felicidad? ¿Vale la pena sufrir ahora para lograr mi sueño más adelante? El mundo se está yendo a la mierda y lo único que hacemos es seguir en la maldita rutina, preocupados por la educación, por seguir el programa al pie de la letra. Me chupa un huevo la refracción de la luz, me chupa un huevo cómo se forman los alquinos, me chupa un huevo saber qué es una función lineal o cuadrática, me chupa un huevo todo. Dejen de cagarme la vida, no quiero ser esclava de la sociedad, solo quiero ser feliz. Y por último, me chupa un huevo si les molesta.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Cuando creí haber perdido todas las esperanzas, cuando creí que el amor no existía o que se había ido y jamás volvería, sin siquiera haberlo llamado, apareció de nuevo, tan inocente como siempre, uniendo las piezas del puzle más importante que tengo en esta vida... 

"Dónde el sueño cumplido
y dónde el loco amor
que todos
o que algunos
siempre
tras la serena máscara
pedimos de rodillas" 
                     Idea Vilariño



sábado, 4 de agosto de 2012

Sol y Luna

Toda mi vida fui iluminada por mi sol, mi mejor amigo. Él me compartió su luz siempre, no me abandonó ni una sola noche. De día, yo dormía mientras él brindaba su brillo a la Tierra y sus habitantes. Por las noches, mientras él descansaba, yo iluminaba a mi planeta, pero como siempre con su luz. De vez en cuando, cuando mi amigo despertaba para cumplir con su deber, yo me quedaba un rato despierta para acompañarlo. Disfrutaba tanto de su compañía y de su calor. Tantos años juntos, millones de siglos sin separarnos. Y ahora que te apagaste, yo me apagué contigo. Le tengo miedo a la oscuridad, ahora vivo en un eterno escalofrío.










Cuando la luna estaba llena 
yo me encontraba perdida, 
sin movimiento. 
Las nubes se movían rabiosas 
y el viento sacudía cada hoja,
cada objeto.
Los ayudaba a volar sin rumbo,
a flotar en el aire frío. 
Menos a mí. 
Estaba quieta, inmóvil, atada al suelo,
como las raíces de un árbol viejo. 
No podía emitir sonidos, 
solo podía respirar y mirar.
Debajo de un viejo balcón, 
donde todo es oscuro, 
mi vida estaba muriendo
y ahora sí el viento me invitó a volar. 


























The end

"Estaba peor que una bomba atómica"
el fuego ardía en llamas
la lluvia sacudía mugre.
El humo negro me ahogaba 
mi enfermedad inundaba mis pulmones
y el mundo, reía con dolor.
Gente corriendo, huyendo con cobardía.
La tormenta eléctrica aturdía, 
daba terror aunque a mí paz. 
Era la hora de morir, 
de afrontar la realidad 
y admitir que la Tierra se venga. 

sábado, 7 de julio de 2012

Un mundo de maravillas

Anhelando un mundo de maravillas
veo verde. 
Pájaros rompiendo con la ley de gravedad
miniaturas vivas cargando a este mundo
como una mochila por la espalda. 

Esa luz, que por la madrugada arde,
quema aún nada y todo lo que encuentra. 
Es fuego, pero del bueno. 
Veo flores desenterrándose como chicharras
de las recién nacidas. 

Veo electromagnetismo fluorescente 
allí en el horizonte lo veo, 
mezclado con lágrimas del cielo 
de felicidad, no de tristeza. 
                             Limpia todo el mal.

Emigran las mariposas monarca,
con sus alas de collage,
papelitos de revista pegados con cascola,
sobresaltando en este mundo irreal
de mi mente. Sigo soñando 

Desde lo más diminuto hasta lo más inmenso. 
Desde el ácaro hasta la ballena azul.
Desde el fondo del mar hasta la punta del cielo. 
Es un mundo perfecto, 
donde solo yo vivo. 

Es mi mente, mi maravilloso inconsciente. 
Sino se haría imposible ser feliz. 
Ni siquiera existiría el verbo vivir. 
¿Saben por qué soy feliz? 
Porque mi familia y yo vivimos en nuestro mundo
                                         y no en el de ustedes. 









jueves, 7 de junio de 2012

Entre la vida y la muerte

    Solo éramos Emma y yo. Ella me miraba con ese brillo en los ojos que me enamoraba. El brillo que tenía siempre cuando estaba conmigo. Yo le acariciaba el pelo mirándola tiernamente, sin querer dejarla ir. Emma tenía un gesto de tristeza en su semblante. Desde que le habían diagnosticado cáncer nuestra vida había cambiado. Las mañanas soleadas eran ahora nubladas, las tardes tibias para nosotros eran frías y las noches de luna eran ahora una sola oscuridad. Mis llantos internos me carcomían el corazón a la vez que el tumor en el estómago de Emma le carcomía su vida. Yo demostraba fuerza, valor, pero por dentro me moría. El amor que sentía por Emma me consumía poco a poco. Algo que tendría que ser agradable, estar enamorado, solo me daba razones para llorar. Ella se me iba, mi vida era Emma. Si ella moría yo lo haría también. Pero la amaba demasiado como para dejarla ir, no la iba a abandonar nunca. 
    Emma apenas hablaba. Estaba ahogada en su propio ser, ensimismada. Ya no me miraba, estaba perdida observando a una niña de rulos rubios, que ahogada en llantos terminaba de recibir una vacuna. Su mamá la acariciaba queriéndola consolar, pero la pobre niña seguía empapada en lágrimas. Emma miraba esa escena con un poco de envidia tal vez. Sonrió. Hacía varios días que no la veía así, sonreí también. 
    Detrás nuestro había un señor en silla de ruedas que esperaba con su nieto a ser atendido. El niño, a la misma altura que su abuelo le daba besos en la frente y el anciano con una sonrisa sincera en el rostro, le hacía cosquillas, lo que provocaba intensas carcajadas. Emma observaba la felicidad de las personas deseosa de ternerla también. Bajó la mirada al piso. Me di cuenta que sus esperanzas estaban agotadas. La abracé queriendo consolarla, pero no gané nada. Una lágrima se deslizaba por una mejilla de Emma. La vida se nos escapaba de las manos, la felicidad nos abandonó. En ese momento tomé consciencia de lo valiosa que es la vida. Uno valora lo que tiene cuando lo deja de tener. Estaba enojado conmigo mismo, aunque yo no tuviera la culpa. Tenía ganas de llorar y gritarle al mundo cuánto amaba a Emma. Susurrándole al oído se lo dije. Otra lágrima salió de sus ojos y ella mirándome me besó en los labios. 
    Fuimos interrumpidos por la voz del médico que con una lista de nombres en la mano, buscaba a Emma. Nos paramos y nos dirigimos hacia él. El médico nos miró sonriente. Emma y yo salimos de la sala de espera y entramos al consultorio. El médico, sin esperar ni un minuto, nos tomó de las manos y dijo: 
    -Les pedimos perdón por estas horribles semanas que les hicimos pasar. Todo fue un error de papeleos, están esperando un bebé.